El golf como el nuevo boardroom: dónde se cierran los grandes acuerdos
En Wall Street, los trajes se cruzan en salas de juntas. En Silicon Valley, los hoodie founders hacen sus pactos en cafés discretos. Pero en Casa de Campo, los acuerdos más interesantes no se firman en oficinas, nacen en el green. Entre un drive perfecto y un putt decisivo, se cierran conversaciones que valen millones.
El golf siempre ha tenido un aura de exclusividad. Con más de 66 millones de jugadores en el mundo, mueve una industria que supera los US$85 mil millones anuales. Pero su verdadero poder no está en los números, sino en su rol como espacio social. El golf es, en muchos casos, el equivalente moderno del exclusivo club privado. Aquí, el tiempo fluye distinto, cuatro horas de recorrido ofrecen algo que ningún almuerzo de negocios permite, proximidad, confianza y la oportunidad de medir el carácter de alguien mientras lidia con un swing imperfecto.

En el Caribe, ningún lugar encarna mejor esta fusión de deporte y negocio que Casa de Campo. Su legendario campo Teeth of the Dog, considerado uno de los mejores del mundo, acompañado del Dye Fore y The Links han sido diseñado por el legendario Pete Dye. Pero lo que lo hace único no es solo la vista al mar, sino lo que representa:
• Un punto de encuentro entre líderes globales.
• Un escenario de networking donde los negocios fluyen con la misma naturalidad que los brindis al caer el sol en Altos de Chavón.
• Un símbolo de estatus que convierte cada partida en una oportunidad estratégica.
En este contexto, jugar golf en Casa de Campo es mucho más que deporte, es una inversión en relaciones. Para un family office o un fondo de capital riesgo, puede significar acceso a un deal exclusivo en real estate. Para una celebridad, la oportunidad de alinear su marca personal con un destino aspiracional. Y para un empresario, la ocasión de convertir una partida amistosa en una sociedad multimillonaria. E
l green se convierte en un tablero de estrategia, donde el swing elegante es solo la superficie. Lo que realmente importa es lo que ocurre entre hoyo y hoyo: las conversaciones, las confesiones, las promesas de futuros proyectos.
En un mundo acelerado por las pantallas y las reuniones virtuales, el golf mantiene un encanto ancestral. Obliga a detenerse, a escuchar y a construir confianza. Y es en ese espacio, en ese 19th Hole, donde Casa de Campo se consolida como mucho más que un resort: es un epicentro de negocios y poder global con sabor caribeño.